La logística humanitaria: cuando la solidaridad se organiza con estrategia

Esta semana quiero compartir algo que va mucho más allá del transporte y el embalaje. Porque cuando hablamos de logística humanitaria, hablamos de personas. De vidas en riesgo. De eficiencia al servicio de la urgencia. De estructuras que se activan en silencio para dar respuesta rápida y coordinada allí donde más se necesita.

El pasado miércoles tuve el honor de moderar una mesa redonda en el Salón Internacional de la Logística (SIL) titulada “La logística humanitaria”, junto a tres personas que admiro y que aportaron visiones complementarias, rigurosas y muy humanas sobre el tema: Carmen Ruiz (CIMALSA), Santiago Garcia-Milà (Port de Barcelona) e Ingrid Buera (Mercabarna).

Antes de cederles la palabra, abrí la sesión contextualizando qué entendemos por logística humanitaria y por qué es tan distinta de la logística tradicional. Hablé de su complejidad, de su importancia crítica en momentos de crisis, y también del papel que tiene en la sostenibilidad. Porque la sostenibilidad no es solo ambiental: es también resiliencia, preparación y capacidad de respuesta ante emergencias. Desde mi experiencia como presidenta de la Comisión ODS de BCL – Barcelona-Catalunya Centre Logístic , quién organizó la mesa junto a IESE Business School , reivindiqué que los Objetivos de Desarrollo Sostenible pueden y deben aplicarse también a estos contextos extremos. Y que la colaboración real entre empresas, administraciones e infraestructuras es la única vía posible para actuar de forma eficaz y justa.

Durante la conversación, surgieron muchas ideas potentes:

Carmen Ruiz, desde CIMALSA, nos recordó la importancia de planificar infraestructuras logísticas adaptables a contextos de emergencia. Habló de nodos intermodales, corredores humanitarios y la necesidad de anticiparse con modelos de simulación. Su enfoque fue claro: sin estructuras preparadas, no hay capacidad de reacción.

Santiago Garcia-Milà, del Port de Barcelona, puso sobre la mesa el rol clave de los puertos como nodos críticos, no solo para el comercio, sino también para la coordinación de ayuda humanitaria internacional. Reflexionó sobre la importancia de la cooperación público-privada y de estar preparados para un futuro donde las emergencias —climáticas o geopolíticas— serán cada vez más frecuentes.

E Ingrid Buera compartió un ejemplo que me pareció especialmente ilustrativo para entender cómo los ODS se traducen en acción concreta: durante la pandemia, Mercabarna detectó grandes excedentes alimentarios y puso en marcha una app solidaria para que ONGs y entidades sociales pudieran solicitar esos productos de forma gratuita. Toda la operativa —desde el almacenamiento hasta el transporte— fue gestionada de forma voluntaria y sin ánimo de lucro. Todo ello se transformó en más de 140.000 kg de frutas y hortalizas repartidas en 6 meses. Este caso refleja claramente cómo una buena logística puede contribuir de forma simultánea a varios ODS. ODS 2: Hambre cero ODS 10: Reducción de desigualdades ODS 12: Producción y consumo responsables ODS 17: Alianzas para lograr los objetivos

Porque la sostenibilidad también es esto: evitar el desperdicio cuando hay necesidad, conectar recursos con personas, poner el conocimiento y la infraestructura al servicio del bien común.

La sesión dejó claro que la logística humanitaria no es una rama menor, ni una excepción dentro del sector. Es, en muchos sentidos, un espejo donde se refleja nuestro compromiso real con la sociedad y nuestra capacidad para actuar ante lo inesperado.

Y como moderadora, no puedo estar más agradecida por el nivel de la conversación, la implicación de los ponentes y la participación del público.

¿Te habías planteado alguna vez que la logística también puede salvar vidas?

Fecha del Taller: