Hace más de tres años que iniciamos nuestro camino hacia la transición energética con la iniciativa Logistic Green Deal.
Uno de los principales motivos para su creación fue observar millones de metros cuadrados de cubiertas desiertas con pequeñas instalaciones fotovoltaicas puramente testimoniales. La generación de electricidad a partir de fuentes renovables, y en particular la energía solar, ya había avanzado mucho y era plenamente rentable y fiable. ¿Por qué no estábamos aprovechando todo ese potencial?
Una conclusión inmediata tras consultar a nuestros miembros fue que “ya teníamos las placas que necesitábamos”. ¿Era esto correcto? Un análisis más detenido nos mostró que, si cambiábamos nuestra perspectiva desde el centro logístico hacia el movimiento de productos logísticos, esta afirmación ya no era válida. Un punto clave en la descarbonización es la movilidad sostenible y, para lograrla, necesitamos generar tanta energía renovable como sea posible.
Sin embargo, la electrificación del transporte pesado (ya sea mediante vehículos eléctricos o hidrógeno) estaba en sus primeras etapas. A pesar de su novedad, los cálculos energéticos para la electrificación/hidrogenación del transporte eran claros: incluso aprovechando todos los millones de metros cuadrados disponibles, no tendríamos suficiente energía renovable para cubrir todas nuestras necesidades.
Esto nos llevó a una nueva conclusión lógica: debíamos reducir al máximo nuestro consumo de energía. Así, nacieron las tres áreas de acción de LGD: energía renovable, eficiencia energética y movilidad sostenible, todo ello bajo la visión de la economía circular que impregna tanto esta iniciativa como otras de BCL.
Así comenzamos, pero nos enfrentamos a un desafío importante. Teníamos una visión clara para el futuro, pero ¿cómo impulsar proyectos futuros en el presente? Sabíamos y sabemos que la demanda de energía renovable será enorme, pero la idea de “ya tenemos las placas que necesitamos” seguía rondando en nuestras mentes. Esta afirmación era cierta en su contexto: las necesidades actuales de electricidad en los centros logísticos eran bajas en comparación con el potencial de generación.
La solución se encontraba en el corazón de BCL: mirar hacia el colectivo que nos rodea. ¿Y si compartiéramos esa energía con nuestros vecinos? La legislación lo permitía, y ahí radicaba la clave. Surgieron iniciativas con esta visión colectiva de manera natural. Logistic Green Deal estaba perfectamente alineado con un concepto que comenzaba a tomar forma: las comunidades energéticas.
¿Qué es una comunidad energética? Esencialmente, una entidad cuyo objetivo es servir de paraguas para empresas, instituciones y personas interesadas en promover iniciativas relacionadas con la transición energética en los ámbitos de generación, eficiencia energética y transporte en un entorno local específico. Por lo tanto, LGD es una iniciativa completamente alineada con las comunidades energéticas.
Tres años después de comenzar desde cero, hemos organizado diferentes áreas de trabajo, compartido casos de éxito y creado un market place que ha conectado el sector logístico con destacadas empresas del sector de la sostenibilidad. Además, hemos impulsado una comunidad energética.
¿Solo una comunidad energética? Podría parecer un logro modesto, pero no lo es. Actualmente, hay pocas comunidades energéticas en funcionamiento, y aún menos en el ámbito empresarial. Por lo tanto, tener un ejemplo es muy importante. De hecho, uno de los objetivos de LGD es demostrar que los proyectos de transición energética no son solo palabras vacías para llenar conferencias con presentaciones atractivas, sino realidades viables, medibles y tangibles.
Acompañar el inicio de una comunidad energética y conocer iniciativas similares nos ha permitido comprender la dificultad de poner en marcha este tipo de proyectos. Es necesario alinear intereses empresariales en un país donde esto no es común, especialmente con nuestros vecinos.
Aquí es donde surge una oportunidad. Con fondos Next Generation, el estado abrió una línea de subvenciones a principios de 2023 para la creación de oficinas técnicas que respaldaran la formación de comunidades energéticas. Esta financiación permitiría a LGD contar con más recursos para potenciar lo que se ha logrado en estos últimos años. Lo que nos diferencia de otras iniciativas es que nos centramos en impulsar comunidades energéticas en entornos económicos, en particular en los sectores logístico e industrial.
Hace unas semanas, se presentaron los resultados: en Cataluña se presentaron 31 candidaturas, en las que no solo participaron entidades como la nuestra, sino también numerosos entes públicos como diputaciones, consejos comarcales y ayuntamientos con una amplia experiencia y equipos potentes dedicados a la transición energética. Solo 10 de ellas recibieron la subvención, y nos alegra decir que quedamos en sexto lugar en la puntuación. Es un orgullo para nosotros y, sobre todo, una señal de que el camino que hemos emprendido es el correcto y el que debemos seguir.
Invitamos a todos los que lean este artículo a acompañarnos en este camino. No debemos verlo solo como una necesidad y una obligación, sino como una gran oportunidad. Seremos sus aliados en la promoción de comunidades energéticas en el entorno empresarial logístico.”