Los vehículos eléctricos puros son una realidad desde hace ya varios años, pero su gran asentamiento ha llegado a partir del 2020. No ha sido una casualidad, sino la confluencia de varios vectores que han empujado hacia el mismo lado:
- el replanteamiento de nuestros hábitos tras la pandemia
- la percepción cada vez más tangible de los estragos del calentamiento global
- la geopolítica como una nueva realidad para un continente europeo acostumbrado a depender de terceros para sus combustibles fósiles
- las cuantiosas inversiones ya irreversibles de las grandes marcas automovilísticas para transformar sus fábricas y competir con los pioneros de la electromovilidad como Tesla
El crecimiento mensual de las ventas de eléctricos es vertiginoso: dobles dígitos, también en España. Debido en gran medida a la demanda orgánica, es decir la voluntad interna de los ciudadanos. La movilidad eléctrica se percibe ya como una aspiración, no una concesión que se hace por un bien externo (la sostenibilidad) y por el que además hacía falta pagar un coste (por el mismo precio, un vehículo de menores prestaciones). Muchos vehículos eléctricos ofrecen ya más de 400km de autonomía real – la ansiedad de quedarse sin batería en la carretera desaparece. Lo que se necesita ahora es desarrollar la infraestructura de recarga para acoger ese parque de automóviles eléctricos creciente. Para ello, la recarga rápida será un factor indispensable.
La carga rápida permite cargar más de 200km en tan solo un cuarto de hora
Existen dos maneras para recargar los vehículos eléctricos: en casa o en la empresa, conectados a la red eléctrica ya existente, o en cargadores públicos de mucha más potencia. Ambos modos de carga son totalmente necesarios y complementarios, y nacen de la versatilidad que ofrece la electricidad: la podemos encontrar en todas partes (pensando eso sí en países desarrollados). Pero si bien hasta ahora los compradores de vehículos eléctricos lo hacen asumiendo que deberán tener siempre un punto de carga privado a mano, entidades como BloombergNEF calculan que más del 50% de la energía entregada a los vehículos eléctricos vendrá de la carga pública y rápida en la próxima década. Veamos el porqué.
¿Cuáles son las características de la carga rápida?
La carga rápida no está al alcance de todos. Un cargador de hogar se nutre de la electricidad de la red normal (la red de 230V) y la envía al vehículo, comunicándose con este para establecer varios parámetros (potencia, horario…). El límite siempre estará marcado por la potencia contratada en el hogar, así como por el cargador de a bordo del vehículo, que es quien debe transformar la electricidad para adaptarla a los requisitos de la batería. Eso es electrónica de potencia: alta tecnología, mucho peso y mucho espacio. No es baladí que la marca de cargadores para vehículos eléctricos Floox nazca como división de la empresa de electrónica de potencia Premium PSU, que desde hace más de 40 años exporta sistemas de conversión de energía a grandes fabricantes en todo el mundo.
El cargador rápido se nutre de corriente trifásica alterna, y la transforma en corriente continua, que es la que necesitan las baterías: las famosas bornes negativa y positiva que todos conocemos. Este es el cuello de botella: esa conversión requiere de mucho espacio. Un cargador de carga rápida es un equipo que puede pesar hasta 500kg, medir 2 metros de altura y suministrar 180kW de potencia. Para dar una referencia, pensemos que un hogar tiene contratada de media entre 3 y 5kW. Incluir tal cargador dentro de un coche no es la mejor de las ideas. Multiplicar por 60 la potencia que tienes contratada en casa, tampoco.
¿Qué beneficios tiene la carga rápida?
Lo primero que se gana con la carga rápida es, por definición misma, la velocidad. Cargar en casa puede suponer toda una noche. Acostumbrados a un uso del vehículo en que, gracias a los surtidores de las estaciones de servicio, podemos repostar en pocos minutos, sería poco aceptable perder esa libertad. Con la carga rápida, obtienes lo mejor de los dos mundos: la velocidad de la gasolina y la sostenibilidad de la electricidad (sí, siempre que sea de origen renovable, pero bien sabemos que las energías eólica y solar están en un crecimiento imparable). Es poder viajar con ligereza, el gran sueño de la libertad. Los cargadores Floox ofrecen desde los 30kW que permiten cargar 200km en una pausa de una hora, hasta los 180kW que en un cuarto de hora han llenado la batería del vehículo.
Además, la carga del vehículo en términos de tiempo no es solo algo que afecta al usuario de ese vehículo en particular. Si todos los cargadores disponibles fueran cargadores lentos, el efecto cadena provocaría colas: la carga lenta de un usuario es tiempo de espera para quien está esperando turno. Pensemos en los habitantes de ciudades que no tienen garaje y solo pueden cargar en lugares públicos, por ejemplo. Así, los cargadores rápidos no solo mejoran la experiencia individual, sino que facilitan que más personas puedan tener esa experiencia
La carga de alta potencia es un factor clave para la electrificación de vehículos pesados y flotas que recorren muchos kilómetros a diario
También está la otra cara de la velocidad: la potencia. Parece obvio, pero cuando lo que necesitas cargar es un bus, un camión, o incluso un barco, un cargador rápido no te interesa solo por el tiempo invertido en la carga, sino por la potencia que es capaz de suministrar.
Finalmente, un aspecto esencial también para las industrias: la gestión de flotas. Empresas con vehículos con mucha necesidad de rotación (flotas de reparto, por ejemplo), que no pueden permitirse tener los vehículos parados en pausas de repostaje elevadas. La carga rápida o ultra-rápida en sus propias instalaciones o en estaciones de servicio, son la llave que les permite hacer el cambio a la movilidad sostenible manteniendo los estándares de entrega y horarios que ya habían establecido.
Todos estos beneficios los veremos en breve. A los cargadores piloto instalados por iniciativa de muchos Ayuntamientos, se sumarán cada vez más cargadores de potencias altas instalados en zonas de más visibilidad. En grandes gasolineras, porque la ley les obliga ya a ello, en zonas de alto tránsito de vehículos, en estaciones de nueva creación 100% dedicadas a la carga rápida eléctrica. Igualmente, se podrá también acceder a puntos instalados en ubicaciones más pequeñas y privadas. Porque la carga rápida es también una carga conectada: cada persona (física o jurídica) que se instale un punto de carga tiene la posibilidad de ponerlo en el mapa de forma fácil, en los momentos que quiera, y cobrar por ello. El ecosistema de la recarga rápida tiene muchos actores dispuestos a revolucionar nuestro modelo de transporte a mejor, y si a eso le añadimos que la base tecnológica industrial está hecha en la misma Zona Franca de Barcelona, será una revolución en la que todos juntos podemos ganar.
Jordi Aznar
EV Business Development Manager
FLOOX